lunes, 29 de noviembre de 2010

R.I.P. Leslie "Defensor" Nielsen

Queridos compañeros, el universo Defensor está de luto. En un día como hoy las tradicionales preocupaciones dejan paso a otros sentimientos más profundos. Y es que, amigos, ayer fallecía uno de los más grandes. Un personaje que de haber jugado a baloncesto hubiera militado sin ninguna duda en nuestro equipo, pues si dijésemos que se trataba de alguien que desde el más absoluto fracaso en su profesión alcanzó las cotas más altas del éxito a través de la descojonación más absurda podríamos estar hablando de cualquier Defensor. Por ello, anuncio la incorporación del Señor Nielsen a la selecta nómina de Defensores Honorarios.
Descanse como pueda.
¡DEFENSORES!

jueves, 25 de noviembre de 2010

Jornada VI

El sábado los Defensores tienen una nueva cita con su destino. A las diecinueve y quince de la tarde y en el añorado campo de Pompiliano. Será un encuentro esperado por los seguidores de la Social en el que los Amigos de Raul intentarán arrebatar, seguramente sin éxito, el título de equipo más elegante, estiloso y atractivo, a los actuales detentadores del primer puesto en todas esas categorías: los Fabulosos Defensores.

martes, 23 de noviembre de 2010

Polvo eres: Defensores 31 - Pitera 51

Estamos en la última jugada con anotación del partido a un minuto del final: los Defensores capturan un rebote tras fallo del rival, el balón acaba en las manos de Pakhicius, accidental base del equipo, si bien con capacidades contrastadas. Bota rápidamente, levanta la cabeza y ve a Furillo levemente desmarcado en la otra mitad del campo, parece imposible hacerle llegar el balón pero aún así lo intenta. La pelota llega con precisión milimétrica a las manos del Defensor que en una décima de segundo debe decidir qué hacer con ella. La situación no es favorable, el Defensor más cercano es Pakhicius, quien en la línea de triple de su propio campo acaba de pasarle el balón y nadie en su sano juicio podría pensar que un pase al Capitán tuviera éxito, pero aún así el hermanísimo lo intenta. Son muchos años de romper muebles en casa jugando en canastas de malla de naranjas, de dejarse los dedos en artesanales juegos de básket para preguntarnos ahora porqué ese balón va a alcanzar su destino. La bola, con un efecto endiablado, atraviesa la muralla de dos jugadores rivales que ven impotentes cómo su defensa es traspasada con habilidad. Hay un último defensor rival que intenta cortar el pase pero el efecto hace que el balón quede muerto en la parte alta de la botella, un chasquido delata su cintura rota. No es normal que algún Defensor alcance ese balón pero ya hemos demostrado muchas veces que somos unos anormales. Pakhicius, quien hasta hace unos microsegundos se hallaba en su campo, aparece como por ensalmo en el lugar preciso y ante el cadáver de su contrincante se lleva el balón como si se hubiera untado las manos en pegamento o algo peor. El cincuenta por ciento de la heroicidad estaba conseguida pero aún quedaba el otro cincuenta. El Capitán atrae la bola a su ser mientras da dos prodigiosos pasos y se alza majestuosamente en el aire como Nureyev en El Baile de los Cisnes. El último rival hace un esfuerzo y aún con parte de su cuerpo inválido se lanza a taponar la entrada como un zombi. Pakhicius, ya en el aire, ve llegar el ente piteril y sus aviesas intenciones. En unos segundos que parecen eternos, recoge su mano ya extendida para ejecutar con bella factura la entrada, deja pasar a su adversario y vuelve a desplegar con prodigiosas dotes su brazo que, con inusitada precisión, coloca el esférico contra la tabla y éste, con un rebote, entra mansamente en la canasta. Tras el salto, una nube de polvo se levanta del parqué y el capitán Defensor queda inmóvil con sus perfilados músculos todavía tensos por el esfuerzo y los restos de su melena ondeando al viento, mientras resuenan a lo lejos los ecos del Sitio de Zaragoza. El banquillo es un clamor, las gradas con nuestra aficción(ada) prorrumpen en un alborozado grito de júbilo incontenible, los visitantes enmudecen ante tan orgiástica muestra de gozo. ¿Han ganado los Defensores el encuentro?, ¿se ha consumado la sorpresa?, ¿son los protagonistas de la mejor jugada de la jornada?, ¿estamos acaso ante el mejor equipo de la Social?...
... cuarenta minutos antes...
El partido comienza con una empanada Defensora. Cuando las cosas se hacían bien no se conseguía canasta pero cuando intentábamos hacerlo mal, lo bordábamos. La situación arrojó un marcador de 0 a 8 en el minuto siete. Al final del cuarto, 4 a 12. En el segundo las cosas no mejoraron al principio, de hecho otra vez el minuto siete señalaba la máxima diferencia, 6 a 21. A partir de ahí, el partido funcionó con la especialidad de los Defensores “los arreones”. El primero se produjo con el concurso de Furillo, uno de los destacados, que nos hizo ponernos 13 a 23 cuando quedaba un minuto para el descanso. Lamentablemente a todo arreón le seguía un contraarreón del mismo orden pero de signo contrario. Un parcial de cero a siete dejaba las cosas como estaban 13 a 30. A la vuelta del descanso acaeció el segundo arreón Defensor, esta vez por mediación de Miguel Angel, que con dos triples nos acercaba 23 a 34. Pero una nueva contrarreacción del rival hacía que en el electrónico figurase un 25 a 44. Así las cosas el último cuarto no fue más que un intercambio de golpes que acabó con el marcador ya sabido y con la jugada reseñada al principio de la entrada. Los Goriosos Defensores caían ante un rival superior, que tiene un gran potencial bajo los aros (hasta cuatro jugadas de falta con canasta y tiro adicional consiguieron) y al que hay que dar la enhorabuena porque de seguir así corren el riesgo de acabar en la primera posición. Los tiros libres, aún cuando en este partido no fueron decisivos, siguen persiguiéndonos, esta vez cuatro anotados de catorce lanzados, lo que supone un acierto de 28’571428 periodo.
Es hora de responder a las preguntas que se formulaban antes. Y efectivamente la respuesta a esas preguntas es afirmativa. Los Defensores, que superan a sus rivales en todos los órdenes, caen por la sutileza de unas cuantas canastas. Sabemos que es injusto pero así es este deporte, cuando nos dijeron que existía y que no hacía falta pasar un examen para jugar a él, asumimos las consecuencias. Pero que nadie se equivoque, los Defensores muestran las cicatrices de sus derrotas, dentelladas rivales que no corroboran sino que este equipo todavía permanece en pie. Porque, ¿qué mérito tiene ganar siendo el mejor?. No amigos, los Defensores quieren alcanzar el éxito a través de la torpeza, vestir las túnicas de los vencedores sobre los harapos de la incompetencia, colocarse los laureles de los campeones con la impericia de los ineptos, subirse al olimpo a través de las escaleras de la ignorancia más atroz. Sólo así nuestra misión tendrá éxito y creedme compañeros si os digo que lo estamos consiguiendo.
Infernum Defensorum in gloria transformavit, así pues:
¡DEFENSORES!

martes, 16 de noviembre de 2010

A la tercera fue la vencida: A Kuxara 27 - Defensores 29

Después de un fin de semana en el que el deporte patrio se ha abonado a los desastres, ni el CAI, ni el Zaragoza, ni siquiera Alonso, han podido dar una alegría deportiva. Han tenido que ser los extraordinarios Defensores los que con su entrega y pundonor habituales firmaran una victoria que devolviera la sonrisa a los aficionados. Efectivamente, el muro del honor vuelve a ser grabado con el escoplo de las grandes ocasiones y acumula en su base las esquirlas producto de las victorias Defensoras. El áureo cincel con el que la historia estampa sobre el envidiado monolito los nombres de aquellos que cayeron con honor, ha vuelto a ser sacado de su sagrada urna. Las campanas defensoras tañen con fuerza desenvainando sus badajos y haciendo sonar sus sacrosantos bronces porque, ahora sí, amigos, los Defensores han ganado. No fue fácil la tarea, sólo seis efectivos pudieron ser desplazados hasta San Juan, una plaza en la que nunca los Defensores han mordido el polvo. Enfrente un equipo muy luchador que se defendió hasta el final tal y como reza el marcador final y al que hay que dar la enhorabuena.
Cinco Defensores comenzaron el partido desafiando cualquier rima fácil. Muy acertadamente, la Federación consideró oportuno dotar al partido de dos árbitros. Uno veterano y el otro un bisoño muchacho que comenzaba con el laudo de este partido su rito iniciático en las lides arbitrales. Los Defensores se convertían así en el West Point de la élite arbitral. Y no es para menos. Si hay un equipo ideal para que un árbitro pierda su virginidad, ese es el de los atentos y cariñosos Defensores, especialistas en principiantes. Además, sólo un equipo que desconoce cualquier regla sobre este deporte es capaz de plantear las situaciones más caóticas, absurdas y extravagantes con las que un colegiado puede topar en toda su carrera. Así pues, y con la responsabilidad de acabar con la doncellez del colegiado, los Defensores se entregaron a su tarea. El partido comenzó con más ganas que acierto por parte de ambos equipos. Rivalizando en incompetencia, el marcador final del primer cuarto lo dice todo: 3 a 8 a nuestro favor y para no variar nuestra línea, un cero de cinco en tiros libres. Durante los últimos cuatro minutos de ese periodo, ningún equipo consideró oportuno modificar el electrónico. A pesar de todo, los Defensores estaban jugando bien, hilvanando correctas jugadas a las que sólo faltaba la ginda de la canasta. Nuestros hombres ejecutaban fantasiosos movimientos, orquestando armoniosas combinaciones con el balón cual pasos de balet, evolucionando sobre el campo como una manada de gansos en formación. Desde el terreno de juego vimos a Álvaro aterrizar en nuestro banquillo, ya éramos seis. El segundo cuarto siguió la misma tónica con el marcador. Cualquier chavalín de primero de infantil podría seguir el encuentro pues las cifras que se manejaban invitaban a la suma fácil. Al descanso 10 a 14 (este no es el resultado del cuarto, es el del descanso ¿eh?). Pero en algo habíamos mejorado pues un increíble 3 de 4 en tiros libres nos convertía en unos hachas del lanzamiento. A la vuelta del descanso seguimos descansando y con diferencias de entre tres y seis puntos, siempre a nuestro favor, llegamos al minuto diez con un 16 a 19 en el marcador. En ese momento una falta sobre José Ignacio desató las iras de nuestros rivales que, encolerizados, pidieron explicaciones a los colegiados con demasiada vehemencia, tanta, que fueron sancionados con una técnica. En el momento de los tiros libres, el cónclave defensor se reunió eligiendo para su ejecución al capitán Pakhicius. Si los Defensores son ases en el arte del fallo libre, su capitán es maestro de ases. Sólo él fue capaz de ejecutar un complicado sistema de parábolas y ángulos, de inextricables funciones de trayectorias y líneas generatrices, de jugar con el ánimo de jugadores y público hasta última hora provocando un cóctel adrenalínico en las venas de los asistentes. En definitiva, que después de fallar sus dos tiros libres las cosas seguían igual. Pero cuando moría el cuarto dos tiros libres milagrosamente anotados por Peplowski nos daban un respiro, 16 a 21. En el último cuarto, un parcial de cinco a cero a nuestro favor dejaba un marcador que invitaba al optimismo, 16 a 26 en el minuto cuatro. Parecía que con marear el balón sería suficiente. 16 a 28 en el minuto siete. Sin embargo los tres últimos minutos fueron un festival cuxaril, ellos anotaban de tres en tres y nosotros de uno en uno, aún así la diferencia que manteníamos era excesiva y no pudo ser compensada por nuestros rivales. El marcador final, tan apretado como justo, repartía méritos entre ambos.
Defensores, con esta victoria nos vemos aupados al olimpo de los bajos fondos, a tan sólo once puestos del líder, una diferencia mínima dada nuestras potencialidades. De seguir así, nadie sabe de lo que seremos capaces. Pero nadie, nadie. Por ello, con la incógnita Defensora en el aire, sólo podemos poner sobre la mesa la certeza de un trabajo constante, aval imperecedero de una gloria que está por venir.
Gracias por vuestro esfuerzo muchachos.
¡Ravus et flava omnia vincit!

jueves, 11 de noviembre de 2010

Jornada IV

Sin todavía reponernos del esfuerzo del domingo anterior se nos reclama de nuevo para una nueva gesta. El sábado a las 19:00 en el pabellón de San Juan de Monzarrifar y contra A Kuxara. Entre las pocas reglas que me sé de este deporte está esa que dice que para poder jugar hacen falta cinco jugadores. Con las bajas seguras de Furillo, Miguel Angel, Ricardo, Camilo y Jorge, va a ser difícil reclutar a cinco valientes capaces de producir una ciclogénesis explosiva que acabe con nuestra racha de derrotas. Teniendo en cuenta que Álvarez manifestó sus dudas de asistencia, casi podríamos decir que seremos cinco los que asistamos al encuentro. Un número de peligrosa rima, Defensores. Con nuestro equipo sumido injustamente en la última posición de la tabla pero coronando la clasificación de elegancia y señorío, se demanda de ustedes un nuevo acto de entrega que nos devuelva al lugar que nos merecemos, sea éste cual sea.
¡DEFENSORES!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Esfuerzo sin recompensa: Defensores 51 - Cañoneros 59

Partido muy trabajado el ofrecido por los Defensores en su feudo que sólo al final se decantó claramente por nuestros rivales. Más numerosos y más altos aunque no más guapos, los muchachos de Cañoneros tuvieron que sufrir para doblegar a los irreductibles Defensores que una vez más plantaron cara más allá del deber. A nuestro favor, una gran actitud de lucha y un colosal José Ignacio, en nuestra contra un deficitario 10 de 26 en tiros libres y algunas pérdidas de balón que dieron alas al contrario. Un equipo que se tuvo que emplear con fuerza y en el que destacó un jugador con seis triples que a la larga fue determinante. Enhorabuena para ellos.
El partido comenzó muy serio por nuestra parte. Su mayor altura parecía condenarnos al juego exterior pero buenas defensas y ataques peleados nos dieron la iniciativa. En el minuto nueve doblábamos a nuestros rivales 10 a 5. Luego, un minuto de desconcentración propició un parcial de seis a cero, incluyendo un triple en el último suspiro que les daba el cuarto por 10 a 11. En el segundo cuarto volvimos a la senda del trabajo y a los cuatro minutos ganábamos 16 a 13. A partir de ahí nuevas alternativas en el marcador que acabaron con un apretado 24 a 26 al intermedio del partido. La falta de Ricardo limitaba nuestro habilidoso manejo de los cambios en el puesto de base, la ausencia de Catapultae Dux mermaba nuestra capacidad ofensiva, la de Camilo negaba un respiro a esa élite de infantería que valemos para todo y lo mismo hacemos de base que de pívot, rayando en ambas posiciones al mismo nivel. Pero su falta, lejos de afectarnos, nos lanzaba con más vigor si cabe contra nuestros contrincantes. El tercer cuarto fue un nuevo intercambio de golpes en el que las máximas diferencias no pasaban de los tres puntos y por poco tiempo. Entrado ya el minuto nueve el marcador nos era favorable 36 a 35. Pero ese cuarto iba a acabar con una jugada desafortunada para nuestros intereses. Peplowski a dos segundos del final, saca desde la línea de fondo y lanza el balón para conseguir un triple sin mediación de ningún jugador, pero justo cuando el balón se acercaba a la canasta, no le faltarían más de veinte metros, impacta con la lona que un utillero del CAI había dejado olvidada a propósito en el techo (nótese la altura de miras de este equipo). La pelota acaba en poder de Cañoneros que lanzan un triple final y anotan. Si los Defensores tuvieran moral, ésta hubiera sufrido un serio revés al encajar por segunda vez un triple en la última jugada. El fin del tercer cuarto señalaba un 36 a 38. Comenzaba el desenlace definitivo del encuentro sin un favorito para llevárselo. Todo seguía igual en el minuto cinco del cuarto cuarto, cuando el marcador señalaba 42 a 43. Un triple de Cañoneros aumentaba su ventaja hasta los cuatro puntos, 42 a 46. Contestación Defensora con tres tiros libres anotados por una canasta de nuestros rivales reducía diferencias, ya entrado el minuto ocho 45 a 48, pero en ese momento, a dos minutos del final, el partido se rompe. Un parcial de cinco a cero pone las cosas difíciles para nuestros héroes, 45 a 53 indicaba el electrónico cuando empezaba el último minuto, la suerte nos enseñaba su feo trasero en el peor momento. Y cuando todo parecía perdido, los Defensores acudieron a la épica para lanzar un desesperado ataque que pillara por sorpresa a nuestros contrincantes. No les valía el empate, querían llevarse el partido y para ello se lanzaron a por sus sitiadores a bayoneta calada. El inicio de la deflagración comenzó en algún instante a lo largo de aquellos eternos sesenta segundos, cuando el capitán Pakhicius vio cómo el sudor de los Defensores había dibujado la imagen de Palafox, tal que una cara de Bélmez sobre la superficie del balón. Entendiendo el mensaje de nuestro prócer y arrojando la pelota como dios le dio a entender consigue un triple milagroso. Cañoneros anotaban, pero en la siguiente jugada el propio Peplowski vio, en un acceso de éxtasis místico, que el balón se convertía en una réplica exacta del seno izquierdo de Agustina de Aragón, oyendo una voz en su interior que le impelía a lanzar contra la canasta esa réplica de la "Ubre Magnificat" y consiguiendo un nuevo triple. Nuestros muchachos se acercaban a cuatro puntos con el partido lanzando sus últimos estertores. Lamentablemente, la presión posterior y las faltas cometidas rápidamente no salieron bien y tamaño esfuerzo no tuvo la recompensa adecuada. Los geniales Defensores veían cómo los Cañoneros conseguían canasta y dos tiros libres que cerrraban el encuentro en un 51 a 59 final.
Hay que felicitar a nuestros rivales pero también a nosotros mismos, porque los Defensores siguen abonando con sus sacrificios la estela de una fulgurante carrera. La historia, que es sabia, nos exige una nueva inmolación, pone a prueba nuestra capacidad, pero nosotros sabemos que esta nueva derrota nos hace más fuertes, superiores a los demás, virtualmente invencibles. Porque, decidme, Defensores, ¿alguien piensa que el Sitio de Zaragoza fue una derrota?, ¿hay quien crea que los Ultimos de Filipinas fueron unos vencidos?, ¿es Leónidas un perdedor?, ¿vio el Álamo un grupo de derrotados?, ¿es Numancia sinónimo de fracaso?
Sólo a los débiles la derrota les convierte en derrotados. No busquéis entre ellos a los Defensores.
¡GRIS Y AMARILLO!

viernes, 5 de noviembre de 2010

Jornada III

Defensores, una vez más el deber nos reclama. Poco importa que tras la retirada de la competición de los infames Craballers, hayamos dado con nuestros huesos en la última posición. Ya os dije que haciendo lo que sabíamos hacer llegaríamos donde nos merecemos. Y esto es sólo el principio de hasta dónde podemos caer. No os importe, a los objetivos se les alcanza desde abajo o se les atrapa cayendo sobre ellos. Arriba y abajo, delante y detrás, son conceptos que sólo importan en Barrio Sésamo y en las duchas y no afectan a un equipo que está por encima de clasificaciones. Muchachos, es el éxito el que está deseando alcanzarnos y no al revés.
El domingo se reeditará el duelo que tuvo lugar hace doscientos años en el mismo lugar. Las Tenerías serán testigo a las 11:15 de la mañana de cómo Los Cañoneros intentarán acabar con los Defensores. ¿Ganarán el duelo los Defensores aumentando su leyenda? ¿Perderán el encuentro consiguiendo así erigirse en vencedores morales por su galanura y donaire?
¡DEFENSORES!