sábado, 26 de marzo de 2011

Jornada I Después de José Ignacio

Sin tiempo para lamer heridas llega una nueva batalla a la que presentarse. Mañana a las 11:15 en nuestra casa de Tenerías y frente a Los Amigos de Raúl. Recordad el cambio de hora de esta noche y recordad también a nuestro camarada caído.
¡Siempre Defensores!

jueves, 24 de marzo de 2011

El primero de una estirpe inextinguible

Esta entrada debería narrar la gesta que los Gloriosos Defensores estuvieron a punto de conseguir el sábado pasado. Otra más en su dilatada carrera. Pero lamentablemente no va a ser así. De las lesiones que asolaron el equipo en el último tramo del partido hubo una que va a resultar definitiva. Como todos sabréis ya a estas alturas José Ignacio se rompió el tendón de aquiles, lo que va a provocar no sólo su retirada esta temporada sino su adiós definitivo.
Recuerdo la primera vez que coincidí con José Ignacio, por cierto lesionado, acompañando a nuestro también compañero Ricardo quien se uniría a la disciplina Defensora en ese mismo momento. El azar quiso que fuera momentos antes del célebre Sitio de Montcasa, acontecimiento épico donde los haya de la historia Defensora y preludio de las gestas heroicas que ambos vivieron más tarde.
En ocasiones ese azar pone en tu camino personas extraordinarias a las que el instante de la despedida sitúa en su justo lugar. José Ignacio ha sido una de ellas. Convendréis conmigo en que ha sido uno de los mejores jugadores, si no el mejor, que ha pasado por nuestras filas, con capacidades de sobra para erigirse en líder y que sin embargo se ha comportado siempre con humildad. Él era el hombre del pase al compañero antes que del tiro propio, del sacrificio en la ayuda antes que del lucimiento personal a pesar, como digo, de que nadie le hubiera reprochado nunca que hubiera sido él quien se jugase ese último balón. Recordaremos con añoranza sus galopadas de potrillo desbocado, las entradas con su despejada testuz por delante que mi hermano inmortalizara en el mural del Estilo Defensor, en definitiva recordaremos su juego. Pero si estamos ante un magnífico jugador no estamos ante una categoría inferior de ser humano. Un tipo afable dentro y fuera de la pista, al que te acostumbras enseguida y del que cuesta despedirse, personificación sin duda del arquetipo Defensor. Así es el hombre que ahora nos deja. En cierta forma los Defensores pierden, con la marcha de José Ignacio, parte de su identidad pero se enfrentan por otro lado a un reto al que tarde o temprano deberían hacer frente: trascender a sus propios miembros. Es la oportunidad de demostrar que los Gloriosos Defensores no entienden de personalismos, que seguirán vivos a pesar de las amputaciones que sufran.
Desde la dirección hemos tomado una decisión con la que estamos seguros que estaréis de acuerdo. La retirada de la uniformidad Defensora de la camiseta de José Ignacio. Nadie volverá a lucir el número quince en su espalda como eterno homenaje a nuestro compañero quien recibirá así el respeto de los que lucharon con él en tantas ocasiones. Pero no debe acabar ahí la cosa, en cuanto esté restablecido para la vida civil se pondrá en marcha, si así os parece, una Gran Cena Defensora en honor suyo. Serán pequeñas muestras de agradecimiento que no alcanzarán a pagar la deuda que los Defensores tienen contraída con su hijo, al que desde ahora ofrecemos un fuerte abrazo y nuestro apoyo más incondicional en los duros momentos que a buen seguro atraviesa.
Seguramente que todos nos enfrentemos a la situación más dolorosa desde que este equipo fue creado, para mí, como capitán, desde luego lo es. Prescindir de una pieza tan valiosa dentro y fuera del terreno de juego nos va a exigir a todos un esfuerzo titánico. Pero si algo caracteriza a los Bizarros Defensores (y José Ignacio lo es y será para siempre) es su capacidad de sufrimiento, su infatigable habilidad para sacar petróleo de las situaciones más desfavorables y su incansable pericia para burlarse de los malos momentos. Por eso mismo no quiero acabar embriagado de pesimismo y tristeza. No debemos regodearnos en la desgracia sino mirar hacia delante con fuerzas renovadas y lanzarnos a conquistar el futuro a pecho descubierto. La imagen de un Defensor abatido no casa con nuestra idiosincrasia, ahora que debemos despedir deportivamente a nuestro hermano que sea con una sonrisa, agitando la grisigualda y desafiantes ante los lances que han de venir, éxitos que disfrutar y fracasos de los que reírse que también serán suyos.
José Ignacio ha sido el primero, su nombre inaugura con honor el Panteón Defensor de Nobles Patricios, pero no debemos perder de vista que todos pasaremos tarde o temprano a engrosar esa gloriosa lista. Ojalá todos lo hagamos con su estilo. Amigo, tienes las puertas Defensoras abiertas, la pastilla de jabón seguirá en su sitio esperando que un golpe fortuito la lance al suelo, la salmuera siempre preparada los domingos por la mañana y la cerveza fría presta a remojar el gaznate cuando quieras unirte a nosotros.
José Ignacio, ha sido un honor. Te echaremos de menos.

¡DEFENSORES!

viernes, 18 de marzo de 2011

Jornada

Reunámonos todos este sábado a las 16:30, no para tomar el café sino para aumentar más si cabe nuestra leyenda deportiva. A esa hora en el pabellón de San Gregorio y contra Pitera, los Defensores se enfrentarán de nuevo si consiguen levantarse de la siesta a un nuevo reto.
¡RAVUS ET FLAVA!

jueves, 17 de marzo de 2011

Que no pare: Defensores 58 - A Kuxara 27

Sigue la tremenda racha victoriosa Defensora que no se bajan de la burra y siguen cosechando éxitos sin cuento. Este domingo fue ante los viejos conocidos de A Kuxara en un partido que comenzamos muy fríos pero que supimos meternos en el bolsillo.
El primer cuarto fue extraño, parecía que ningún equipo quería llevárselo, los Defensores parecían tener cierta ventaja pero no terminábamos de dar el golpe de autoridad. El resultado final fue de 10 a 4. En el segundo cuarto los dos equipos nos entonamos y ofrecimos una mejor imagen aumentando nuestras prestaciones. Se incrementó la anotación pero supimos mantener las distancias, 27 a 15 fue el marcador al descanso. En la reanudación dimos el esperado golpe y marcamos las distancias que en el tercer cuarto se ampliaron gracias a los triples del Dux. Los veintiún puntos de ventaja que reflejaba el marcador a su final 41 a 20, nos permitía afrontar la recta final con tranquilidad. Y finalmente el último cuarto fue más de lo mismo pero con unos rivales que se mostraron menos luchadores que en los anteriores lo que hizo que la diferencia se ampliase hasta los treinta y un puntos del final.
En definitiva compañeros certificamos nuestra magnífica segunda vuelta en la que los Defensores serían un equipo de champions. Ahora llega una etapa difícil donde nos enfrentaremos a tres de los cuatro primeros de forma consecutiva, una etapa que afrontamos con los deberes hechos y en la que podemos demostrar a todo el mundo y de paso intentar enterarnos nosotros de porqué los Defensores son un conjunto ganador. Acompañadnos en la gesta.
¡DEFENSORES!

viernes, 11 de marzo de 2011

Jornada XVI

El próximo domigo podremos seguir con nuestra racha ante A Kuxara en Tenerías a las 11:15. No faltéis al que puede ser un nuevo éxito Defensor.
¡RAVUS ET FLAVA!

martes, 8 de marzo de 2011

Rey de Gallos: Cañoneros 44 - Defensores 45

Enfrentados a los primeros de la liga toda la presión caía de nuestro lado. Ellos tenían puntos de sobra que perder, nosotros en cambio llevábamos sobre nuestros hombros la pesada, aunque voluntaria carga de ser los portavoces de los humildes. Todos los equipos de la Social tenían puestos sus anhelos de justicia en nosotros que, recogiendo el testigo de los modestos, supimos hacer valer nuestras justas aspiraciones. En efecto, a los Defensores no nos gustan las elites impuestas, aborrecemos los dirigismos, por eso, nuestro destino es instaurar la Defensocracia, el gobierno de todos, donde todos tengan la opción de la victoria. Es posible que caigamos en la siguiente batalla pero nuestros hechos pervivirán más allá de nosotros como testigo de la voluntad humana. Los Defensores han enseñado el camino a toda una pléyade de descastados que veían pasar la liga ante sus ojos, les han enseñado que hay vida más allá del cuarto puesto, y que si crees puedes. Tal vez la Federación no nos perdone nuestro descaro, tal vez caigamos en el próximo envite, pero ya nada será igual porque hemos mostrado el camino al mundo libre.
El partido comenzó favorable a nuestros intereses. Demostramos que, a pesar de las bajas habíamos conseguido armar un equipo sólido y competitivo. En un partido jugado conforme a las leyes tradicionales del baloncesto los Defensores dejaban claro que no iban a claudicar ante los líderes. 6 a 14 era el resultado del primer cuarto. A partir del segundo cuarto los Cañoneros desataron una defensa individual, una política de tierra quemada que paradójicamente nos favoreció. En el minuto tres el marcador se había disparado hasta los seis a veinte. Ellos veían acercarse su particular Stalingrado, nosotros curtidos en decenas de Gettysburgs luchábamos con el convencimiento de los locos, convencidos de que no cabía sino la victoria o la aniquilación final y sabiendo que si les dábamos un respiro los Cañoneros se levantarían. Así fue, una reacción Cañonista con un parcial de ocho a cero les permitió acercarse hasta los seis puntos. En definitiva el segundo cuarto acabaría con un más ajustado 16 a 21. El tercer cuarto comenzó con una crisis Defensora. Un parcial de siete a cero le daba la vuelta por primera vez al partido para dejarlo en vientitrés a veintiuno, en diez minutos de partido sólo habíamos conseguido un punto. Los Defensores pudieron entonces tirar la toalla, nadie les hubiera reprochado que se hubieran hincado de hinojos ante un equipo tan potente. Pero ellos sí, ellos nunca se hubieran perdonado entregar sin lucha todo aquello por lo que habían luchado hasta ahora, por ellos y por todos los que les habían encomendado su defensa. El partido a partir de entonces fue un toma y daca, se luchaba casa por casa, no había prisioneros, las diferencias oscilaban entre el punto y los tres puntos. El tercer cuarto acabó con un 34 a 33 favorable a los locales que habían conseguido estabilizar el frente. El último cuarto sería un calco del tercero, diferencias entre uno y dos puntos, los héroes del pueblo, aupados por el obrerismo baloncestístico daban muestras de un encendido arrojo que les llevaba a luchar cada balón como si fuera el último. Los Cañoneros, orgullo herido, tampoco daban su brazo a torcer. Así llegaríamos al último minuto con un saldo a nuestro favor de cuarenta y uno a cuarenta y tres. Una falta sobre un cañonero le llevaba a la linea de tiros libres donde fallaría el primero y anotaría el segundo. Cuarenta y dos a cuarenta y tres. En el siguiente ataque una falta sobre Jorge lo llevaría también a lanzar dos libres que no entrarían. En la siguiente jugada de nuevo falta y el mismo cañonero que vuelve a lanzar. Esta vez anotaría los dos puntos que pondrían el cuarenta y cuatro a cuarenta y tres en el electrónico. La última pelota sería nuestra. Teníamos diecinueve segundos para remontar, un suspiro para algunos, una eternidad para otros. Imperios enteros se han desmoronado en menos tiempo, guerras se han ganado más rápido. Diecinueve segundos. La epopeya Defensora condensada en un suspiro. Diecinueve segundos, ¿qué hacer, llorar nuestra injusta desgracia, arrojar la bandera que nos había sido entregada?¡No! Un Defensor se enjabona en menos tiempo, es capaz de comerse un bistec con patatas en ese lapso, le sobran segundos para componer un soneto en alejandrinos. Aceptaríamos el reto, cargaríamos el último cartucho y saltaríamos de la trinchera con el único objetivo de la victoria. Los Defensores, amamantados en la sagrada ubre de la loba que crió a los grandes guerreros, no darían un paso atrás y demostrarían al mundo de qué pasta están hechos. El balón se puso en juego, alcanzó el campo cañonista en las laceradas manos de Pakhicius que lo pasó a Miguel Ángel mientras describía un movimiento ofensivo. Aquél le devolvió el balón, el tiempo se acababa, los diecinueve segundos que los dioses habían puesto en nuestro reloj de arena se escurrían hacia la nada. Toda la Social estaba pendiente de la jugada, las honorables aspiraciones de un pueblo se dirimían en un instante. Miguel Ángel apantalló el tiro del Capitán que amagó y saltó ante la oposición de un cañonista que se lanzó desesperado al ver peligrar su hegemonía. En el aire, valoré las opciones, Miguel Ángel permanecía férreamente defendido por un rival, no era una opción. Podía tirar, pero mi zaherido dedo índice fijaba mis opciones de acierto en apenas un noventa y cinco por ciento, además, mi natural modestia me descartaba como protagonista de este final de infarto. Y en ese momento, por el rabillo del ojo, o porqué no decirlo, por el rabo del ojo, vi a nuestro Dux enseñorearse de sus predios, y señalándome su disposición con requiebros y zalamerías. Sí, pensé, sería él el elegido, el justo finiquitador de una odisea de diecinueve segundos, nadie más acertado que Catapultae para lanzar el obús final, para alzar la copa de hidromiel. Giré como en la obertura del cuarto acto del Lago de los Cisnes y lancé la pelota hacia el Dux que, en milésimas armó su tiro y disparó. Con el balón dirigiéndose a la canasta un pitido rasgó el aire. La suerte estaba echada, la eternidad de diecinueve segundos se había terminado, los dioses, que hasta ahora reían por sus favoritos Cañoneros, contenían la respiración y abrían sus fauces sorprendidos ante el arrojo los díscolos Defensores, sabedores de que hoy serían ellos, quienes tantas veces nos negaron la victoria, los que probarían las amargas heces de la derrota. El balón giró en el aire, golpeó la tabla y... entró.
No es fácil enfrentarse a lo que el destino nos tiene preparado. Piernas más fuertes han temblado ante retos menos difíciles pero vosotros, compañeros, no habéis dudado, habéis permanecido firmes y habéis obtenido vuestro premio. Sabed, oh Defensores, que vuestro capitán es vuestro primer admirador. Muchas veces he glosado nuestras peripecias y todas han tenido su peculiar valor. Si los grandes enemigos hacen grandes las victorias, la del domingo merece figurar con letras de oro en el Muro del Honor. Pero sé que vuestra modestia y entrega al ideario Defensor hace que lejos de regodearos en una justa holganza, estéis pensando en pasar página cuanto antes y en alcanzar el próximo reto. Un reto que no es sino otro tras el cual aparecerá otro más y al que otro sucederá, porque el camino que habéis elegido, Defensores, no es fácil. Pero es el correcto.
¡DEFENSORES!

sábado, 5 de marzo de 2011

JORNADA XV

Estimados Defensores, este domingo día 6 a las 12:30 tenemos una cita con los Cañoneros en el CDM J. Garcés, calle Tetuán 1, junto al Canal, para batirnos el cobre hasta las últimas consecuencias como viene siendo habitual en este equipo. Acudamos en masa como solemos hacer. ¡Venid disfrazados de ganadores!
RAVVS ET FLAVA.

martes, 1 de marzo de 2011

Los últimos de Tenerías: Defensores 51 - Villarroya 47

Unos pocos hombres son suficientes para escribir las grandes gestas. Porque los momentos más épicos de la historia no requieren de masas numerosas sino de unos pocos personajes elegidos selectamente por la historia con grandes ideas por las que luchar. No estoy hablando de Gadafi, sino de los Gloriosos Defensores que el domingo ofrecieron un concentrado de humanidad al enfrentarse a un enemigo muy superior en número al que sin embargo derrotaron. ¿Cómo pudo suceder ésto?, puede preguntarse alguien que no conozca el indómito carácter de estos hombres, y la respuesta es muy simple: creyeron que lo conseguirían.
Los prolegómenos eran realmente desesperanzadores. Al rayar el alba recibí una llamada de mi hermano por nuestra línea interna preguntándome de cuántos hombres disponíamos para la Defensa. Un recuento fácil incluso para nosotros nos llevó a la conclusión de que no seríamos más de cinco los afortunados escogidos. Lo que para otros pudiera ser una tediosa obligación para nosotros, Defensores, suponía una inestimable oportunidad de entregarnos por aquello en lo que creemos.
Recibimos a nuestros rivales en nuestra Villagrisygualda natal. Ocupamos posiciones y vimos el pabellón convertido en una olla a presión tomada por los fanáticos tifosis villarroyenses que jaleaban todas sus acciones y silbaban nuestras fantasiosas evoluciones. El primer cuarto fue muy cómodo para nosotros. Un planteamiento clásico del encuentro por parte de nuestros rivales nos permitió jugar a nuestro ritmo, lo cual unido a un alto porcentaje de triples finiquitaba un primer cuarto tranquilo. Dieciséis a uno era el marcador en el minuto nueve que era rápidamente maquillado con dos triples para dejarlo en 16 a 7 cuando finalizaba un minuto después. La vuelta trajo el despertar de los villaroyanos. La lógica de saberse con más efectivos les hizo plantear el partido en otros términos. Los Defensores fueron castigados con una presión a todo el campo con el único objetivo de aniquilar física y mentalmente a los caballeros Defensores y que no cesaría hasta el final del partido. Los primeros cinco minutos del segundo cuarto siguieron bajo control Defensor vientidós a nueve, pero el cansancio empezaba a hacer mella en nuestros héroes. Una serie de pases perdidos y contraataques precipitados nos llevaba a encajar un parcial de once cero, nuestros adversarios se lanzaban a por nosotros a bayoneta calada intentando con sus dentelladas derribar al dinosaurio Defensor. Pero la bestia no había dicho su última palabra, gracias al aclamado y por qué no decirlo, atractivo José Ignacio, que lideró la reacción Defensora con tres canastas que nos permitían llegar vivos al descanso 28 a 22. En el tercer cuarto los Defensores, acostumbrados a la guerra de guerrillas, permanecían en sus puestos a pesar del terrible acoso al que eran sometidos. Dos jugadas de dos más uno del ínclito José Ignacio y un triple del Dux quemaban nuestras naves, si los Defensores caían se llevarían a muchos por delante, si alguien conseguía sacarles de sus parapetos sería en una caja de pino. Pero llegó el último cuarto, el acto definitivo donde se iba a resolver para bien o para mal la epopeya de nuestros protagonistas, el acto final de la obra Defensora en la que interpretar siquiera un papel secundario es motivo de orgullo para cualquiera. El primero en abandonar la escena fue Furillo, con uno de sus tradicionales pases de pecho que acabó en falta. Su quinta personal cuando el primer minuto del cuarto daba sus últimos coletazos. Todo parecía perdido para nuestros adalides que se enfrentaban a nueve minutos de agonía contra un enemigo dos veces y media superior en número, cuatro contra nueve. Pero en ese parón en el que reagrupamos nuestras menguadas fuerzas recuerdo como si fuera ayer mismo las palabras de nuestro querido Oskarevic: "Defensores- dijo cerrando los puños y mirándonos a todos- este partido no lo vamos a perder" nadie daba crédito a las palabras de nuestro compañero al que creímos bajo los efectos de las píldoras alucinógneas en el Nescafé. Éramos cuatro, más viejos y cansados que nuestros rivales a los que sólo aventajábamos en alopecia, pero las palabras de Oskarevic inflamaron nuestros ánimos y con el apoyo de Furillo desde la bancada los Defensores supervivientes nos decidimos a plantar cara aún a riesgo de que nos la rompieran. Oskarevic golpeó primero con una canasta y dos tiros libres para irnos a nueve puntos en el minuto siete. Las cosas parecían irnos bien pero una reacción villarroyana apretaba el marcador cuarenta y dos a cuarenta a falta de dos minutos. Dos tiros libres anotados por "Iceman" al que no le tembló el pulso a pesar de los ensordecedores abucheos del público, nos alejaban hasta los cuarenta y cuatro a cuarenta. Entrábamos en el último minuto con tres puntos de ventaja pero con un rival que no daba su brazo a torcer y al que hay que dar la enhorabuena por su constante entrega. Oskarevic lo metía todo desde los tiros libres y eso nos permitía seguir anotando pero a falta de medio minuto con tan sólo dos puntos de renta ocurrió lo que todos interpretaron como el principio del fin. Nuestro admirado José Ignacio cometía su quinta falta. Ver caer uno tras otro a los que han sido tus compañeros en los momentos difíciles hace dudar a cualquier hombre. Los duros entre los duros lloran la pérdida de sus camaradas y aún el más valiente se arredra ante la perspectiva de un futuro tan oscuro. Los Defensores no. No habían perdido a dos, ¡todavía eran tres!. Villaroya anota su tiro libre. Cuarenta y ocho a cuarenta y siete. Oskarevic "Iceman" se hace con el balón y recibe falta, a estas alturas jugar con él a los tiros libres es una ruleta rusa para nuestros rivales (ocho de ocho serían sus números). Anota los dos, cincuenta a cuarenta y siete. En su último contraataque la reacción Defensora en la defensa de su zona es numantina, tres hombres se multiplican para impedir el acceso a su canasta y lo consiguen, los lanzamientos no desarbolan el pendón Defensor y el último rebote es para Pakhicius quien recibiendo una falta con el tiempo cumplido anota el punto que dejaba el marcador final en el consabido 51 a 47. Si alguien pensaba que lo había visto todo en el mundo del baloncesto no había tenido en cuenta a los Defensores.
Camaradas, recuperando el viejo espíritu de las condecoraciones que nos acompaña desde nuestros inicios puesto que la ocasión lo merece, es para mí un honor otorgar los siguientes títulos nobiliarios a "Los Cinco de Tenerías" y a sus consortes, que ostentarán a partir de hoy en cuantos actos oficiales se celebren:
Al Camarada Defensor Oskarevic se le impone la Baronía de Castrum Bermellorum y se le permite cubrir su noble testa con peluca empolvada cuando así lo disponga su libre albedrío.
Al Camarada Defensor Jorge se le nombra Duque de Aldearroja, título que ostentará tras el propio de Catapultae Dux, cediéndole el uso de cuantos balnearios fuese capaz de utilizar para su merecido descanso.
Al Camarada Defensor Furillo se le hace entrega del Arciprestazgo de Rojiciudad con derecho a diezmo de lo allí recolectado y se le exonera de cuantas culpas tuviere en la comisión, voluntaria o no, de sus quintas faltas de aquí al final de sus días.
Al Camarada Defensor José Ignacio, cuyo atractivo es ya de por sí un premio, se le concede el Marquesado de Villacarmín, debiéndose exhibirse en sus calles un retrato del antedicho a poder ser de cuerpo entero.
Y finalmente, al Camarada Defensor Capitán Pakhicius se le entrega la Capitanía General de las Villas Rojas con mando en plaza, dos riñones nuevos, un dedo de madera y el DVD "Nureyev, hoy y siempre".
Compañeros, doy gracias por haber tenido la fortuna de vivir esta ocasión junto a vosotros, lo que hicísteis el domingo no es posible plasmarlo acertadamente con palabras, los adjetivos se quedarían cortos, las verbos parecerían vacíos al compararlos con lo que allí vivimos, por eso dejaré escrita la única explicación para lo que fuisteis capaces de hacer: Os limitasteis a ser Defensores.

¡DEFENSORES!