lunes, 20 de diciembre de 2010

Defensores hasta el final: Classic 64 - Defensores 65

Comparezco hoy ante vosotros no para hablar de estadísticas y resultados, sino para hablar de sentimientos. Quien quiera un relato exacto y pormenorizado de las canastas y el devenir del partido que consulte el acta. El que acuda a ella verá un registro minucioso y notarial de lo que ocurrió en la cancha pero se le hurtará algo más grande que nadie vio, nadie que no fuera un Defensor, claro. Porque dentro de esos uniformes grisigualdas latía algo grande y caliente, que cuando crece lo hace sin límite consiguiendo unirnos a todos en un éxtasis Defensor. Para el que todavía esté dudando de miembro aclararé que me estoy refiriendo al defensocorazón, órgano hiperdesarrollado que nos permitió sobreponernos a nosotros mismos y alcanzar una victoria difícil y trabajada. Sí, cometimos muchas cagadas pero, ¿qué serían los Defensores sin sus patanerías? ¿qué mérito tendría ganar sabiendo jugar? El domingo asistimos a la sublimación de la ascética defensora, conseguimos la victoria pero sin olvidar en ocasiones nuestra cara gañán y torpe y por eso, muchachos, esa victoria tiene un valor soberbio. Enhorabuena a todos.

Todo comenzó muy pronto, demasiado. Tras colapsar el colector general de la ciudad los Defensores se dirigían poco a poco a su cita. Mientras tanto, en la celda de la madre conserja (M.C. en adelante) sonaban los maitines de fondo mientras se calzaba las pantuflas con el escudo del Vaticano y se santiguaba doblemente. La grey defensora hizo acto de presencia en la puerta Pompiliana a las nueve y diez de la mañana, Jose, Furillo, Peplowski y Pakhicius, éste último en pantalón corto se unían a Camilo ante la cerrada puerta. Mientras tanto en su celda, M.C. ajusta su refajo de arpillera atándolo a su vientre con una soga, se libera con estruendo de las flatulencias acumuladas durante la noche y se rasca el pelo deformado por la almohada. Todo discurría en la más absoluta paz sólo turbada por los golpes que se oían en la calle. Allí, el capitán Pakhicius se ve obligado a utilizar métodos artesanales para llamar la atención de los de dentro ante el principio de congelación que sufre en las piernas y aún más allá. Poco después M.C. recoge la dentadura postiza del vaso de su mesilla y con parsimonia la introduce en sus fauces, la ajusta y da un par de dentelladas al aire para comprobar que encaja. Fuera, los Defensores, el equipo arbitral y algunos rivales, golpean el suelo con sus ateridos pies para entrar en calor. Una llamada parece confirmar que el pabellón se abrirá, pero como el cielo, necesita del advenimiento de quien tiene las llaves. Al mismo tiempo M.C. retira la leche del fogón y hunde en ella las magdalenas que se impregnan lentamente del fluido vacuno. Con la cuchara recoge los empapados trozos y los acerca con sosiego a la boca, cuya recién incrustada dentadura se demuestra más que suficiente para deshacer los esponjosos pedazos. Poco a poco discurren por el añoso esófago y calientan lentamente el anciano vientre de M.C., una espesa gota de leche resbala por la comisura de los labios (de la boca, digo) y cae sobre la hoja parroquial que lee con detenimiento. En la calle, cunde el desánimo. Nadie sabe a lo que atenerse, los nervios están a flor de piel, la incertidumbre y el desánimo cunde entre los deportistas que piensan ya en irse a sus casas tras más de media hora de angustiosa espera. Pero en ese preciso momento, M.C., vestida con la chaqueta de ganchillo que Sor Inés le dió antes de alcanzar la gloria, sale al frío de la mañana para abrir el pabellón. ¡Madre de dios, con las prisas se me ha olvidado ponerle la velita a San Genaro!, se le oye murmurar.

Una vez dentro los Defensores nos olvidamos de los malos momentos y comenzamos a calentar. El partido comienza con media hora de retraso, según refleja fidedignamente el acta "por motivos ajenos al equipo arbitral", una egoísta exoneración que debió incluir también a los equipos contrincantes y aún a sor M.C. y apuntar más alto, como seguramente el tiempo acabe por descubrir. El primer tiempo muestra claroscuros Defensores, con los dos equipos todavía en precalentamiento. No obstante, dos triples de los Classicos les hacen pornerse cinco arriba con un marcador de 15 a 10. En la reanudación vendaval Defensor, hasta cinco triples que culminan una racha de buen juego y que consiguen dar la vuelta al marcador 30 a 33 favorable a los grisigualdas. Tras el descanso, el tercer cuarto supuso un intercambio de puntos que mantuvo la igualdad en el marcador dejándolo 48 a 47 a su término. Y así llegamos al definitivo cuarto con las espadas en todo lo alto. Salimos más entonados que ellos y ya en el minuto dos tomamos la delantera en el marcador, si bien por un mísero punto. A pesar de su acierto desde la línea de triples conseguimos marcharnos de hasta seis puntos en el minuto ocho pero una serie de incontinencias por nuestra parte apretaron un marcador que aparentaba decantar el partido de nuestro lado. En último minuto el equipo cedió el protagonismo al bueno de Jose que se encargó de hacerlo todo, recibió las faltas apresuradas del rival, lanzó los correspondientes tiros fallando los que consideró oportunos, pero cuando todo parecía perdido acudió a capturar el rebote de oro y anotar la canasta que a la postre nos daría la victoria por el definitivo 67 a 68.

Enhorabuena a los rivales y a nosotros por la victoria que nos permite tomarnos los turrones un año más, con la compañía de la esquiva victoria. Defensores, podéis holgaros en vuestras casas con la satisfacción del deber cumplido antes volver a la lucha, pero eso será el año que viene, el cuarto año triunfal.

Hasta entonces...¡DEFENSORES!

3 comentarios:

defensor13 dijo...

Los Defensores dieron una nueva muestra de su gran concentración a la hora de saber resolver una situación crítica en los últimos minutos de un encuentro. Rival dignísimo y peligrosísimo. Record de marcador y de paciencia, pues ya les vale a los de la FAB, dejándonos tirados en la puta calle a los dos equipos y cuadro arbitral esperando mientras la madre superiora de todos los desmadres se urgaba su apergaminado higo buscando y encontrando por fin la llave perdida en lo profundo de su arrugado útero. Que no sé realmente quién era el portador de la citada llave pero en definitiva la responsabilidad de que la madre superiora tuviera a punto la llave en definitiva es del Abad de la FAB.Marcador ACB, para un equipo que "hace vé" que tiene raza y carisma para dar y regalar... por si no lo tenéis claro me refiero a nosotros, The Defenders, Los Defensores!
RAVVS ET FLAVA

defensor13 dijo...

por cierto, pero... ¿el marcador no fue 64-65?, ¿o es que la rivalidad fue tal que seguimos anotando incluso una vez acabado el encuentro?

Defensor dijo...

Tienes razón hermano,el marcador fue el que tú dices, afortunadamente he podido acudir al acta, fehaciente documento de verdad incontrovertible que me ha confirmado tus cifras.