lunes, 13 de diciembre de 2010

Explorando límites: Defensores 48 - Boscos 67

Mucho se ha hablado de la derrota Defensora del fin de semana, queriendo enmascarar con ello seguramente, la penosa racha de resultados de nuestro archirival el CAI y cargando sobre nuestros hombros la pesada carga de la representatividad de nuestra comunidad. Nosotros no vamos a bajar los brazos, por que si de algo no puede calificarse lo vivido el domingo es de derrota. Los Defensores, en un ejercicio de autoexploración que no sólo ejercen en las duchas, quieren saber hasta dónde son capaces de llegar, qué infralímites tienen en cuanto a su juego se refiere. Y en esa faceta, como en todas las demás, salen triunfadores. En efecto, cuando los laureles se posen sobre sus cabezas los Defensores no necesitarán que un esclavo les recuerde que sólo son hombres. Ya lo saben. Nuestro triunfo fundamenta su fuerza en las derrotas que, apiladas unas sobre otras, nos auparán a la gloria. Y es que queremos la victoria pero tranquilamente, ansiamos el triunfo con moderación, perseguimos la excelencia con mesura y queremos la fama con comedimiento.
El partido comenzó con los Defensores aplicadísimos en ineficiencia, los Bosquenses, sin hacer muchos esfuerzos conseguían una renta de 6 a 15 que les permitiría manejar el resto del partido con comodidad. El segundo cuarto siguió la misma tónica con los Defensores fabricando más empanadas que en Sanxenxo y llegando al minuto tres con máximas diferencias de trece puntos que se reducirían al descanso con un 14 a 25. En la reanudación y visto que por ese camino no íbamos a ningún sitio llevamos el partido a nuestro terreno, el de la locura y la imprecisión por el que tampoco conseguiríamos nada. Eso sí, nos deparó bellos momentos de baloncesto como el triple "sin" de Miguel Angel, la única cosa "sin" que pasó por sus manos el fin de semana. Un momento para el recuerdo con las carnes tolendas de nuestro compañero elevándose presa del misticismo, la mirada perdida como en éxtasis y una mecánica de tiro impecable. Con un lanzamiento así ¿qué importa dónde acabó el balón?. Las cosas se igualaron en una lucha de poder a poder donde los Bosconianos no supieron aplicar más que un juego plano de anotación frente al apabullante estilismo Defensor. Uno tras otro nuestros jugadores ofrecían a la grada sus apolíneos cuerpos contorsionados en facturas imposibles. De haber estado en ellas Scariolo se hubiera ido a su casa, pero si hubieran presenciado el partido Vitorio y Luchino nos hubieran ofrecido desfilar en Cibeles. Los Bosquímanos deguían sin conseguir otra cosa que simples canastas que oponer a nuestros fantasiosos lanzamientos. La reanudación poco cambió las cosas, un intercambio de puntos que hizo acabar el tercer cuarto con un 33 a 46 poco esperanzador y un último cuarto en el que llegamos a ponernos once puntos abajo en el minuto seis pero que acabó con los consabidos 48 a 67. En definitiva, la diferencia conseguida en el primer cuarto fue una losa demasiado pesada que levantar, más aún si además de hacerlo teníamos que mantener ese nivel de estilismo.
Seguimos donde estábamos, a tan sólo seis victorias del primero pero con un partido menos, esperando el momento de asestar el golpe de gracia, nunca mejor dicho, a esta liga que acabará siendo nuestra, cuando los ensoberbecidos líderes de hoy dejen paso a los auténticos representantes de la elegancia, la honorabilidad y por qué no decirlo, de la belleza extrema.
¡LOS DEFENSORES!

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