martes, 13 de diciembre de 2011

¿Crees en los Defensores?: Planet Express 41 - Defensores 44

Muchachos, tengo que descubrirme ante vosotros y ante este equipo después de asistir al partido del domingo. Aunque lo que se vio el domingo en el pabellón de Pompiliano no fue un partido de baloncesto, fue la representación de la lucha ancestral del hombre contra las circunstancias, una epopeya griega de proporciones bíblicas a la altura de las Termópilas, Lepanto o el Sitio de Zaragoza, en las que unos personajes salieron de las páginas de los libros de historia y camparon a sus anchas por el mundo de los mortales dejando una impronta imperecedera de orgullo y valor, de sangre y gafas rotas, un regalo para la historia envuelto en papel gris y gualda.

El primer cuarto del partido no sirvió para nada, el 8 a 9 final reflejaba un intercambio de canastas sin un dominador claro. El siguiente cuarto iba a ser el principio de la travesía por el desierto de los Defensores. Guiados por su jugador número nueve, que anotaba o asistía, Planet Express machacaba sin descanso la canasta defensora. Un parcial de nueve a uno nos dejaba muy tocados y sin soluciones superado el ecuador del cuarto, que iba a concluir con 21 a 14. La diferencia no era muy importante, lo preocupante era nuestra falta de ideas y la facilidad con la que ellos anotaban. La reanudación iba a traer más malas noticias. Nosotros nos pasábamos ocho minutos sin anotar y ellos nos endosaban un parcial de ocho a cero, para colmo, Eduardo recibió un golpe fortuito en su ceja e inmediatamente un río de sangre descargó sobre el parqué justo donde nuestro camarada Peplowski perdió una vez parte de su dentadura. Todo se hundía bajo nuestros pies. El mundo defensor se venía abajo poco a poco, dejando un reguero de piedras bajo los pies del gran templo. Pero como el Partenón, todavía seguía en pie el esqueleto de la construcción que una vez asombró al mundo. Y a eso nos aferramos. Tres miserables puntos conseguidos en el tercer cuarto dejaban un paupérrimo marcador en nuestra contra de 34 a 17. Nos doblaban en el marcador, estábamos metidos de lleno en una inercia de fallos, teníamos menos crédito que Urdangarín, a la baja de Eduardo se unía la del Dux con un dedo magullado que le apartaba de la primera línea, solo quedaban diez minutos para certificar la derrota de los Defensores ¿quién podía creer en ellos en esta situación? Pero todavía quedaba un cuarto y los Defensores guardaban un último y fétido aliento en sus gargantas, caeríamos, pero antes nos íbamos a llevar por delante a todos los que pudiéramos. La salida fue espectacular. En cuatro minutos, Iceman, Furillo, Armando y Miguel Angel conseguían recortar distancias con un esperanzador parcial de once a cero. Las alarmas saltaban en el banquillo de nuestros rivales que pedían un tiempo muerto. Eduardo, utilizando hábilmente su conocimientos de psicología inversa nos advertía de nuestro buen hacer pues estábamos maquillando un resultado nefasto, pero los Defensores hacía tiempo que habían quemado sus naves y se habían lanzado a la conquista de la victoria, no era tiempo para medias tintas, sería todo o nada, habíamos olido la sangre ¡y su olor nos gustaba! De vuelta a la cancha todavía teníamos las cosas más claras, debíamos anular a su mejor hombre. Sabíamos que si cortocircuitábamos la conexión entre él y el resto de jugadores teníamos una oportunidad, así que, siglos más tarde, se reeditó el duelo que en su día tuvieron el propio Napoleón y nuestro ilustre Palafox, uno empeñado en conquistar y el otro en defender, una lucha de titanes que, como aquélla vez, cedieron el protagonismo a los hombres bajo su mando, pues fueron ellos los que en verdad decidieron la batalla. En efecto, desde mi privililegiada atalaya pude ver a aquellos hombres librar el combate decisivo, pelear por una victoria por la que nadie sino ellos apostaban. Allí estaba Eduardo, impedido para jugar pero no para cargar nuestros fusiles desde la grada, Catapultae con su dedo destrozado moviéndolo al aire para darnos ánimos, mi hermano con sus anteojos pegados por enésima vez nadie sabe con qué extraño pegamento y el resto de la infantería moviéndose a cámara lenta, pasando ante mis ojos con la música de "Así habló Zaratustra" de fondo. Siguió un carrusel de emociones, los seis puntos de ventaja subieron a nueve, bajando a seis en el minuto seis y ascendiendo hasta los ocho en el mismo minuto, un triple de Miguel Angel nos dejaba a cinco, una nueva canasta de Planet devolvía los siete y dos canastas de Armando los recortaba a cinco. Quedaban dos minutos y perdíamos de cinco, parecía que no acabábamos de culminar la remontada, pero todavía quedaban ciento veinte segundos, mucho tiempo para alguien tan hambriento de victoria. Empleamos un minuto en recortar un punto gracias a una canasta de Pablo desde la personal. Entrábamos en el último minuto y perdíamos de cuatro, Planet pidió otro tiempo muerto para intentar frenar nuestra escalada victoriosa, pero ¿quién puede detener un tsunami? De vuelta a la pista, Armando, titán de la defensa, Agustina de Aragón redivivo, encendió la mecha del cañón defensor y acabó de dar la vuelta a la tortilla francesa, gracias a sus seis puntos en tres acciones de casta y otro más desde la personal de Pakhicius, el marcador final reflejaba la excelsa cifra: 41 a 44 para los Caballeros Defensores. La gesta estaba concluida.

Las monjitas dudaban de sus votos ante tanta virilidad, los teletipos echaban humo. Los Defensores habían remontado diecisiete puntos y ganado después de anotar veintisiete puntos del ala, había euforia, pero no incredulidad. Los Defensores sabían que podían hacerlo. Y lo hicieron. En otro tiempo, con otro equipo, los telediarios abrirían con la noticia, pero los Defensores no son noticia, un respeto reverencial unido a su acostumbrada épica, hace que el silencio se asocie a sus grandes momentos, porque algo al alcance de muy pocos se convierte en habitual con estos muchachos.

Fue un gran día en el que por primera vez acudimos la plantilla al completo, el día perfecto para anotar esta fecha en los libros de historia y regresar a las gestas defensoras, unas gestas y una épica repetidas otros años pero que necesitabamos ya esta temporada, porque la épica es la argamasa de este equipo y cada reto superado nos une aún más a nuestros colores. Si quieres una vida plácida, alístate en la legión, pero si buscas emociones, ven junto a los... ¡DEFENSORES!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE GRANDEEEEEEEEEEEEEEEEEEES QUE SOIS JODER. QUE GANAS TENGO DE SUBIR A JALEAROS DESDE LA GRADA

defensor13 dijo...

El partido de este domingo fue una especie de materialización de un guión de película. La épica se convierte en chiste cuando la comparamos con lo que vivimos en el Pompiliano. Nos sumergimos en la pura mierda deportiva durante los tres primeros cuartos. Puede que los peores cuartos de la temporada para después, sin saber muy bien porqué, ni cómo, hincharnos como un palomo festejando en la plaza del Pilar, subirnos a nuestra propia chepa y convertirnos en un auténtico rodillo sin otra pretensión que meterla hasta el fondo. Sólo sé que derrepente comprendimos que aquel partido lo íbamos a ganar y daba igual lo que hicieran nuestros rivales porque la victoria era nuestra. Y así jugamos nuestro probablemente mejor cuarto de la temporada. Algo incomprensible para cualquiera que no conozca la calidad épica y estética de este equipo. Doy gracias por servir a vuestro lado y por enfundar mis pelotas en la malla grisigualda cada domingo. Un recuerdo especial para los caídos del día, catapultae y Eduardo, pobre este último, que recibió más que una estera.
Hoy y siempre
RAVVS ET FLAVA

eduardo dijo...

tremendossss¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
mi mas sincera enhorabuena para todo el equipo, hace mucho tiempo que no vivia un partido asi y creanme cuando digo que he jugado muchos, muchisimos partidos y me atreveria a decir que no he disfrutado tanto en ninguno como en el del domingo...
sin mas, me quito el sombrero ante todo el equipo defensor... saludos para todos y con partidos asi engrandecemos mas la leyenda defensora jejeje

defensor #9 dijo...

Espectacular post!
Una lagrimilla parece que ha querido asomar mientras iba leyendo la crónica de una épica victoria.
Esto no es cuestión de sólo un partido, a partir de ahora nadie nos puede parar!
De rodillas manifiesto mi orgullo de pertenecer a los Caballeros Defensores.

Miguel Angel dijo...

Con partidos como el del domingo, sazonados de la epica, el sudor y la sangre hacen a este equipo mas grande si cabe

Me declaro fan incondicional de todos y cada uno de los defensores que participaron en la ya mitica batalla pompiliana

Defensores firmes!!!
El domingo nos espera otra batalla!!