sábado, 24 de diciembre de 2011

Discurso de Navidad del Capitán Pakhicius

Buenas noches.


Llegada de nuevo la Navidad se impone mandar una sincera felicitación a todo el universo defensor y a nuestros rivales y sin embargo compañeros de la Social.


Un año más me llena de orgullo y satisfacción el dirigirme a todos vosotros en estas fechas tan entrañables. Un año más, pero no un año como los demás, porque si todos los años son diferentes y tienen algo de especial, éste que ahora acaba destaca por encima de todos. Ha sido un año clave en la historia de los Defensores que, tras una exitosa campaña, vieron cómo las lesiones, las paternidades, o la pertinaz crisis, les restaban valiosísimos efectivos para su lucha como eran José Ignacio, Pepe o Ricardo. Los Defensores se encontraron en aquel momento en un punto de inflexión que bien hubiera podido acabar con ellos y, antes al contrario, supieron reaccionar y atraer para sí nuevas voluntades que, con igual compromiso, se han unido a ellos consiguiendo que aquella campaña pasada, la más exitosa de su larga carrera hasta entonces, se viera superada en lo que llevamos de la actual con un éxito aún mayor. En efecto, si siempre había en nuestra historia un lugar para los que se fueron, justo es ahora dedicárselo a los que han llegado. Eduardo, Armando, David y Pablo han demostrado reunir las caracterísiticas necesarias para triunfar en este equipo, unas características nada comunes, anormales, diría yo. Con su permanencia en este grupo lo han hecho mejor haciéndose ellos también mejores, elevando unas metas ya de por sí altas que, no lo olvidemos, sin la presencia de otros antes que ellos, no hubiera sido posible siquiera imaginar.


Muchas veces nos preguntábamos dónde estaría el límite de este equipo, ¡en la gloria!, respondíamos convencidos de que ese día llegaría aunque ninguno estuviéramos allí para verlo, y en ese convencimiento disfrutábamos cada una de las victorias como si fuese la última. Ahora esas victorias son habituales. No hace mucho, durante una de nuestras acostumbradas cenas de hermandad, entregábamos los galardones conmemorativos de la Vigésima, hace algunos partidos que superamos la Trigésima y casi ni lo comentamos. Por ello, es mi obligación como capitán mantener los pies en el suelo y recordaros que si el futuro es emocionante, nuestro pasado lo es todavía más, porque si los éxitos deportivos que ahora llegan son importantes, la verdadera identidad de este equipo, su verdadero éxito, lo que encumbra a este conjunto de jugadores como campeones de la gran familia Social, no son sus victorias deportivas sino su calidad humana y su pose ante la vida, atesoradas y cimentadas en infinidad de derrotas de las que paradójicamente salimos victoriosos. Ese es el gran tesoro defensor, lo que debemos defender por encima de todo, lo que nos dará la victoria final. Hemos visto muchos rivales pasar por encima de nosotros en la cancha, rivales que veían perplejos cómo aquellos que habían caído, se levantaban y se unían en una carcajada desafiando al esquivo destino. Muchos de aquellos que entonces se creyeron los mejores pueblan ahora las cunetas de la Social asistiendo con envidia al torpe y sucio pero siempre unido ejército defensor. Nuestras botas pisan ahora sus tumbas porque supimos defender lo realmente importante, lo que ahora os pido que defendáis.


No os entretengo más, sé que os habéis levantado de la mesa para asistir, como siempre hacéis, a esta humilde homilía dejando a vuestras familias chupando nécoras orgullosos de lo que representáis. Volved con ellos y reunid las fuerzas que a buen seguro necesitaréis a la vuelta para seguir escribiendo con letras de oro la gran epopeya Defensora. Una historia que suscita la callada admiración de nuestros rivales mientras miran con envidia una leyenda que darían lo que fuera por protagonizar, y es vista con emoción por aquellos otros que serían incapaces de soportar tal sacrificio. Vosotros la protagonizáis por derecho, habéis mirado a los ojos del destino y le habéis escupido a la cara, ya nadie os quitará el orgullo de, vestidos de gris y amarillo, decir un día que fuisteis, y seréis por siempre, Defensores.


Paco, Óscar, Pablo, Álvaro, Jorge, Armando, David, Miguel Ángel, Jose, Iñaki, Camilo, Eduardo, José Ignacio, Ricardo, Pepe, Chavi, Drogas, Afición... ¡DEFENSORES!


FELIZ NAVIDAD.

3 comentarios:

Perseguidor dijo...

Las palabras de nuestro capitán iluminan los días más oscuros, los más terribles, esos en los que no podemos ducharnos con nuestros camaradas. Es un honor servir a vuestro lado. Ravus et flava, hermanos, ravus et flava.

Prince Of The Rodeo dijo...

Desde la reserva, y todavía secándome las lágrimas de los ojos producidas por este glorioso discurso, con un nudo en la garganta solo puedo gritar...DEFENSORES!
P.D: El otro día, y por inercia, me vi en las duchas del gym haciendo un molinete...

defensor13 dijo...

Capitán y hermano, tu prosa siempre hace honor a tu leyenda. El bardo de la más grande epopeya social, la de los Defensores. Que dejen de emitir las bobadas del borbón y retrasmitan el discurso de nuestro capitán en su lugar. Cuánto tienen que aprender esos ablandabrevas, esos chorizos de la Zarzuela de este magno equipo. Nuestros antepasados regaron esta tierra con su sangre defendiéndola del francés para que los suyos, agazapados tras el trono volvieran a disfrutar las mieles del triunfo pagando el heroísmo de sus súbditos con las cadenas del despotismo. Que agachen la cerviz ante la auténtica grandeza, la moral, de este grupo.
Feliz Navidad Defensores.
Que el 2012 nos traiga las victorias que nos merecemos, las derrotas que alimenten nuestra leyenda y que mantenga calientes las duchas y nuestros corazones.
RAVVS ET FLAVA