viernes, 21 de noviembre de 2008

Sexta Jornada

Muchachos, este fin de semana os espera una nueva prueba de honor. Por primera vez en la historia de los Defensores vuestro capitán no podrá acompañaros. Creedme si os digo que la prueba más difícil a la que puedan someterme no es la de caer en el campo luchando a vuestro lado sino la de la incertidumbre de la distancia, la del retiro muy a mi pesar de la primera línea. Sé que cuando saltéis a la cancha no daréis ni un paso atrás y el que quiera batiros sabrá que deberá pagar por ello un alto precio. En esa inmolación colectiva en la que no hay distinciones ni prebendas para nadie sólo el equipo es importante, cualquier otra consideración es prescindible y por ello sé que la inquebrantable voluntad de los Defensores se manifestará una vez más por encima de mi ausencia.
Echaré en falta también el calor de nuestra afición en esa especie de comunión ascética que nos une a ella en cada partido y siempre que agotados y extenuados por el esfuerzo oímos en el campo sus vítores. Demostración de su impagable labor es esta frase extraída del foro de la federación y escrita por nuestros rivales de la semana pasada: "Encuentro correcto y muy animado en la grada, ya que tambien ha habido desplazamiento de la afición defensora". Quienes provocaron esta honorable mención de entrega no fueron otras que la capitana consorte, su hermana, a la sazón compañera del ínclito Oskarevich y mi primogénita. Tres heroínas que como aquellas defensoras de hace doscientos años supieron ponerse en pie frente a todo un pueblo y gritar que los Defensores no se rinden.
Hermanos, la hora de las palabras ha pasado, arropaos en la bandera Gris y Amarilla y defenden con la fuerza de vuestras canastas las razones que nos han llevado a ser el mejor equipo de esta gran liga por encima de espúrias y banales consideraciones.
Será en el Pompiliano a las 11:00 este domingo y ante Os Capinos.
Defensores: ganad o caed con honor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oh, capitán, mi capitán! nosotros, que somos aguerridos defensores y no aspirantes a poetas (muertos o no) no podemos reprimir el sordo sentimiento de inquietud al saber que no estarás con nosotros... pero como el niño que aprende a montar en bici, y sigue con más fuerza cuando su padre le suelta de la mano, porque sabe que está cerca mirando, nosotros también aprenderemos a luchar y a gritar con orgullo... ¡defended al capitán!