miércoles, 10 de noviembre de 2010

Esfuerzo sin recompensa: Defensores 51 - Cañoneros 59

Partido muy trabajado el ofrecido por los Defensores en su feudo que sólo al final se decantó claramente por nuestros rivales. Más numerosos y más altos aunque no más guapos, los muchachos de Cañoneros tuvieron que sufrir para doblegar a los irreductibles Defensores que una vez más plantaron cara más allá del deber. A nuestro favor, una gran actitud de lucha y un colosal José Ignacio, en nuestra contra un deficitario 10 de 26 en tiros libres y algunas pérdidas de balón que dieron alas al contrario. Un equipo que se tuvo que emplear con fuerza y en el que destacó un jugador con seis triples que a la larga fue determinante. Enhorabuena para ellos.
El partido comenzó muy serio por nuestra parte. Su mayor altura parecía condenarnos al juego exterior pero buenas defensas y ataques peleados nos dieron la iniciativa. En el minuto nueve doblábamos a nuestros rivales 10 a 5. Luego, un minuto de desconcentración propició un parcial de seis a cero, incluyendo un triple en el último suspiro que les daba el cuarto por 10 a 11. En el segundo cuarto volvimos a la senda del trabajo y a los cuatro minutos ganábamos 16 a 13. A partir de ahí nuevas alternativas en el marcador que acabaron con un apretado 24 a 26 al intermedio del partido. La falta de Ricardo limitaba nuestro habilidoso manejo de los cambios en el puesto de base, la ausencia de Catapultae Dux mermaba nuestra capacidad ofensiva, la de Camilo negaba un respiro a esa élite de infantería que valemos para todo y lo mismo hacemos de base que de pívot, rayando en ambas posiciones al mismo nivel. Pero su falta, lejos de afectarnos, nos lanzaba con más vigor si cabe contra nuestros contrincantes. El tercer cuarto fue un nuevo intercambio de golpes en el que las máximas diferencias no pasaban de los tres puntos y por poco tiempo. Entrado ya el minuto nueve el marcador nos era favorable 36 a 35. Pero ese cuarto iba a acabar con una jugada desafortunada para nuestros intereses. Peplowski a dos segundos del final, saca desde la línea de fondo y lanza el balón para conseguir un triple sin mediación de ningún jugador, pero justo cuando el balón se acercaba a la canasta, no le faltarían más de veinte metros, impacta con la lona que un utillero del CAI había dejado olvidada a propósito en el techo (nótese la altura de miras de este equipo). La pelota acaba en poder de Cañoneros que lanzan un triple final y anotan. Si los Defensores tuvieran moral, ésta hubiera sufrido un serio revés al encajar por segunda vez un triple en la última jugada. El fin del tercer cuarto señalaba un 36 a 38. Comenzaba el desenlace definitivo del encuentro sin un favorito para llevárselo. Todo seguía igual en el minuto cinco del cuarto cuarto, cuando el marcador señalaba 42 a 43. Un triple de Cañoneros aumentaba su ventaja hasta los cuatro puntos, 42 a 46. Contestación Defensora con tres tiros libres anotados por una canasta de nuestros rivales reducía diferencias, ya entrado el minuto ocho 45 a 48, pero en ese momento, a dos minutos del final, el partido se rompe. Un parcial de cinco a cero pone las cosas difíciles para nuestros héroes, 45 a 53 indicaba el electrónico cuando empezaba el último minuto, la suerte nos enseñaba su feo trasero en el peor momento. Y cuando todo parecía perdido, los Defensores acudieron a la épica para lanzar un desesperado ataque que pillara por sorpresa a nuestros contrincantes. No les valía el empate, querían llevarse el partido y para ello se lanzaron a por sus sitiadores a bayoneta calada. El inicio de la deflagración comenzó en algún instante a lo largo de aquellos eternos sesenta segundos, cuando el capitán Pakhicius vio cómo el sudor de los Defensores había dibujado la imagen de Palafox, tal que una cara de Bélmez sobre la superficie del balón. Entendiendo el mensaje de nuestro prócer y arrojando la pelota como dios le dio a entender consigue un triple milagroso. Cañoneros anotaban, pero en la siguiente jugada el propio Peplowski vio, en un acceso de éxtasis místico, que el balón se convertía en una réplica exacta del seno izquierdo de Agustina de Aragón, oyendo una voz en su interior que le impelía a lanzar contra la canasta esa réplica de la "Ubre Magnificat" y consiguiendo un nuevo triple. Nuestros muchachos se acercaban a cuatro puntos con el partido lanzando sus últimos estertores. Lamentablemente, la presión posterior y las faltas cometidas rápidamente no salieron bien y tamaño esfuerzo no tuvo la recompensa adecuada. Los geniales Defensores veían cómo los Cañoneros conseguían canasta y dos tiros libres que cerrraban el encuentro en un 51 a 59 final.
Hay que felicitar a nuestros rivales pero también a nosotros mismos, porque los Defensores siguen abonando con sus sacrificios la estela de una fulgurante carrera. La historia, que es sabia, nos exige una nueva inmolación, pone a prueba nuestra capacidad, pero nosotros sabemos que esta nueva derrota nos hace más fuertes, superiores a los demás, virtualmente invencibles. Porque, decidme, Defensores, ¿alguien piensa que el Sitio de Zaragoza fue una derrota?, ¿hay quien crea que los Ultimos de Filipinas fueron unos vencidos?, ¿es Leónidas un perdedor?, ¿vio el Álamo un grupo de derrotados?, ¿es Numancia sinónimo de fracaso?
Sólo a los débiles la derrota les convierte en derrotados. No busquéis entre ellos a los Defensores.
¡GRIS Y AMARILLO!

4 comentarios:

defensor13 dijo...

Estupenda crónica!, estuvimos más cerca de la gesta de lo que recordaba... tuvimos nuestras pájaras habituales, aun con todo creo que en ningún momento le perdimos la cara al rival y eso está bien... enhorabuena al rival y esperemos que la próxima vez triunfemos por fin...¡Defensores, pongamos todos los huevos en el asador!
RAVVS ET FLAVA

Jorge dijo...

Nico ha subido vdo en nuestro blog, cuidaros nenes.

Nikholaus dijo...

Buen partido y mejor crónica si cabe. Nos pusisteis en serios apuros chicos, sólo el caprichoso destino sabe como conseguimos ganar.

witon dijo...

Impresionante crónica como siempre la vuestra maestro! Así seguir debéis!