martes, 16 de noviembre de 2010

A la tercera fue la vencida: A Kuxara 27 - Defensores 29

Después de un fin de semana en el que el deporte patrio se ha abonado a los desastres, ni el CAI, ni el Zaragoza, ni siquiera Alonso, han podido dar una alegría deportiva. Han tenido que ser los extraordinarios Defensores los que con su entrega y pundonor habituales firmaran una victoria que devolviera la sonrisa a los aficionados. Efectivamente, el muro del honor vuelve a ser grabado con el escoplo de las grandes ocasiones y acumula en su base las esquirlas producto de las victorias Defensoras. El áureo cincel con el que la historia estampa sobre el envidiado monolito los nombres de aquellos que cayeron con honor, ha vuelto a ser sacado de su sagrada urna. Las campanas defensoras tañen con fuerza desenvainando sus badajos y haciendo sonar sus sacrosantos bronces porque, ahora sí, amigos, los Defensores han ganado. No fue fácil la tarea, sólo seis efectivos pudieron ser desplazados hasta San Juan, una plaza en la que nunca los Defensores han mordido el polvo. Enfrente un equipo muy luchador que se defendió hasta el final tal y como reza el marcador final y al que hay que dar la enhorabuena.
Cinco Defensores comenzaron el partido desafiando cualquier rima fácil. Muy acertadamente, la Federación consideró oportuno dotar al partido de dos árbitros. Uno veterano y el otro un bisoño muchacho que comenzaba con el laudo de este partido su rito iniciático en las lides arbitrales. Los Defensores se convertían así en el West Point de la élite arbitral. Y no es para menos. Si hay un equipo ideal para que un árbitro pierda su virginidad, ese es el de los atentos y cariñosos Defensores, especialistas en principiantes. Además, sólo un equipo que desconoce cualquier regla sobre este deporte es capaz de plantear las situaciones más caóticas, absurdas y extravagantes con las que un colegiado puede topar en toda su carrera. Así pues, y con la responsabilidad de acabar con la doncellez del colegiado, los Defensores se entregaron a su tarea. El partido comenzó con más ganas que acierto por parte de ambos equipos. Rivalizando en incompetencia, el marcador final del primer cuarto lo dice todo: 3 a 8 a nuestro favor y para no variar nuestra línea, un cero de cinco en tiros libres. Durante los últimos cuatro minutos de ese periodo, ningún equipo consideró oportuno modificar el electrónico. A pesar de todo, los Defensores estaban jugando bien, hilvanando correctas jugadas a las que sólo faltaba la ginda de la canasta. Nuestros hombres ejecutaban fantasiosos movimientos, orquestando armoniosas combinaciones con el balón cual pasos de balet, evolucionando sobre el campo como una manada de gansos en formación. Desde el terreno de juego vimos a Álvaro aterrizar en nuestro banquillo, ya éramos seis. El segundo cuarto siguió la misma tónica con el marcador. Cualquier chavalín de primero de infantil podría seguir el encuentro pues las cifras que se manejaban invitaban a la suma fácil. Al descanso 10 a 14 (este no es el resultado del cuarto, es el del descanso ¿eh?). Pero en algo habíamos mejorado pues un increíble 3 de 4 en tiros libres nos convertía en unos hachas del lanzamiento. A la vuelta del descanso seguimos descansando y con diferencias de entre tres y seis puntos, siempre a nuestro favor, llegamos al minuto diez con un 16 a 19 en el marcador. En ese momento una falta sobre José Ignacio desató las iras de nuestros rivales que, encolerizados, pidieron explicaciones a los colegiados con demasiada vehemencia, tanta, que fueron sancionados con una técnica. En el momento de los tiros libres, el cónclave defensor se reunió eligiendo para su ejecución al capitán Pakhicius. Si los Defensores son ases en el arte del fallo libre, su capitán es maestro de ases. Sólo él fue capaz de ejecutar un complicado sistema de parábolas y ángulos, de inextricables funciones de trayectorias y líneas generatrices, de jugar con el ánimo de jugadores y público hasta última hora provocando un cóctel adrenalínico en las venas de los asistentes. En definitiva, que después de fallar sus dos tiros libres las cosas seguían igual. Pero cuando moría el cuarto dos tiros libres milagrosamente anotados por Peplowski nos daban un respiro, 16 a 21. En el último cuarto, un parcial de cinco a cero a nuestro favor dejaba un marcador que invitaba al optimismo, 16 a 26 en el minuto cuatro. Parecía que con marear el balón sería suficiente. 16 a 28 en el minuto siete. Sin embargo los tres últimos minutos fueron un festival cuxaril, ellos anotaban de tres en tres y nosotros de uno en uno, aún así la diferencia que manteníamos era excesiva y no pudo ser compensada por nuestros rivales. El marcador final, tan apretado como justo, repartía méritos entre ambos.
Defensores, con esta victoria nos vemos aupados al olimpo de los bajos fondos, a tan sólo once puestos del líder, una diferencia mínima dada nuestras potencialidades. De seguir así, nadie sabe de lo que seremos capaces. Pero nadie, nadie. Por ello, con la incógnita Defensora en el aire, sólo podemos poner sobre la mesa la certeza de un trabajo constante, aval imperecedero de una gloria que está por venir.
Gracias por vuestro esfuerzo muchachos.
¡Ravus et flava omnia vincit!

2 comentarios:

defensor13 dijo...

BRAVO DEFENSORES!, ya veo que se notó mi ausencia... ganasteis el partido. Como Alonso en su derrota yo digo, "Quiero a los Defensores más que nunca".
A por el siguiente!
RAVVS ET FLAVA

Prince Of The Rodeo dijo...

Grande Capitano!
Tendrían que puntuar a final de liga los blogs de los equipos de forma conjunta a los resultados en el campo, de ese modo la escuadra Defensora miraría, más si cabe, al resto de la parroquia de la social desde la cumbre de la deportividad y la cultura.
Más juegos florales y menos canatas hostias!!!
Ateneo Defensor ya!!!
P.D: Los Defensores demostraron ser unos señores con la sufrida labor de los colegiados, puesto que los dos tapones de José Ignacio pitados como falta en el último cuarto, o las dos canastas más adicional anuladas por falta en ataque del que suscribe, hubiesen supuesto en el caso de otro equipo una catarata de protestas que desembocarían en unas inevitables amenazas a los colegiados, propias de las que se pueden escuchar en programas televisivos como mujeres,hombres y viceversa.
Rafa Mora me la sopla!!!