Trece de enero del 2008

No muchachos, ningún balón perdido me ha golpeado la cabeza haciendome perder el juicio. Al contrario, me congratula comunicaos que tal día como hoy nos reunimos por primera vez hace un año para concelebrar el primer entrenamiento de nuestro equipo. Aquel frío domingo de enero sin nosotros saberlo asistimos al alumbramiento de la mayor epopeya baloncestístico-castrense que ha conocido el mundo civilizado. Como suele pasar en estos casos no fuimos conscientes de lo que estábamos construyendo hasta mucho tiempo después cuando la perspectiva nos permitió considerar nuestra gesta en dimensiones históricas y cuando lejos de arredrarnos por la magnitud de tal empresa dimos un paso al frente para sostener la bandera de nuestro glorioso pasado. Ha habido momentos difíciles y momentos aún peores pero de lo que nadie puede dudar jamás es de la entereza anímica y moral de todos aquellos que han vestido y visten nuestro uniforme. Vanagloriaos Defensores de que nadie ataviado con nuestros colores se ha rendido o ha dado un partido por perdido ni aún en las situaciones más adversas. Pero no es momento de recapitulaciones, tiempo habrá para saborear las mieles del triunfo cuando la temporada toque a su fin, entretanto desafiemos al destino celebrando este cumpleaños un martes y trece y hagamos un bridis con nuestra suerte. ¡POR LOS DEFENSORES!
Tienen el día libre.